Hermosa, hermosa distorsión

Muchos, muchos espejos, espejos por doquier, para mirarse, para mirar a otros, para verlo todo y no entender nada, espejos, portales, reflejos...

"Qué bella es la Duquesa. Entonces, ¿por qué está sola? Hay que llamar a nuevos visitantes, a nuevas y hermosas criaturas, sólo hombres, sólo machos. Nos casaremos, nos casaremos y tendremos un montón de hijos, tantos como puedan reflejar los espejos"

Mansión de los espejos:

Se peinaba el cabello reflejándose en uno de los grandes espejos, suspirando con tristeza hasta que sintió una nueva presencia y los pasos suaves sobre el suelo de su mansión que con facilidad podían hacerle cosquillas.

"¿Quién me ha enviado un mensaje de amor desde las nubes?" recitó con contenida emoción el fragmento de un poema de tierras lejanas mientras sus ojos veían a través de los espejos a la figura de un lobo, aunque después sus ojos le miraron directamente y una sonrisa se le dibujó en los labios.

Se hincó e hizo un sutil ademán para pedir a la criatura que se acercaba.

"Ven, pequeña visita"

"¿Tu presa? Nadie más que tú ha entrado a mi mansión hoy, ¿estás seguro que está por aquí?"

Se levantó para ver sus espejos haciendo que en cada uno de ellos se mostrara alguna de las habitaciones de la mansión en el gran mosaico que formaban.

Llevándose un dedo al mentón inspeccionaba buscando lo que el lobo parecía seguir.

"Entonces no lo dejemos escapar" susurró de pronto, al no estar segura de qué podía ser, haciendo que su mansión cerrar cada una de sus puertas, incluida la de la salida "Así no lo perderás"

Spoiler:

"Erik... eres un macho persistente" declaró con una sonrisa.

El beso de un pequeño caballero.

Movió elegantemente su muñeca para que el dorso de los dedos de la mano besada acariciara la mejilla del lobo que, mientras él veía los espejos, era visto por ella. Dyanet no necesitaba voltear a los espejos para saber que había en ellos.

"¿Eres una rosa?"

"Ningún problema"

La sonrisa contenta se le pintó en los labios. Cuando la Rosa le apretó la mano, también lo hizo ella, con un poco más de fuerza de la absolutamente necesaria. Demandante.

Notó el movimiento del espejo sin siquiera mirarlo, sus ojos estaban puestos sobre Erik, y cuando hizo el menor intento de desviar su mirada de ella, jaló un poco su mano, apretando más.

"Eres la primera Rosa que veo. Seguro eres un macho muy saludable"

No iba a soltarlo con tanta facilidad, pero si hizo un poco más suave el agarre cuando vio que perdía las ganas de escaparse.

"Te quiero para mí" admitió con una sonrisa, tan tranquila que podría rayar en lo psicópata. "Quiero que riegues mi jardín con tu semilla y le hagas muchas, muchas flores..."

"Quiero que seas de mi posesión" repitió con voz más firme, moviendo suavemente la mano que él había tomado para acariciar la mejilla del lobo. "En este momento... yo soy tu majestad y la única que debes temer enfadar"

Sonrió y bajó las manos por el pecho del lobo para acariciarlo con sus palmas abiertas y cerrarlas después sobre su ropa, jalándolo para acomodarlo y después empujarlo al su hermoso trono.

"Te dejaré ir... cuando hayas cumplido mis exigencias"

Sonrió y acarició el rostro del lobo, mientras se recargaba con su mano libre en el descansabrazos del trono.

"Quiero que me hagas muchos hijos" era directa, porque, en su posición, no había necesidad de andarse con rodeos "y hasta que no hagas lo que es necesario para hacer hijos, no te permitiré salir de mi mansión..."

Al rededor del trono, donde estaban, el suelo se levantó formando filoso picos justo cuando Dyanet termino la frase.

"No entero al menos"

Sonrió viéndolo más cooperativo, dejándose acariciar por las manos trabajadas de la Rosa.

Sus manos acariciaron el pecho y bajaron lentamente hasta la pelvis, donde estaba aquello que, en ese momento, era su principal interés y, sin inmutarse y también sin nada de pudor, acarició su entrepierna.

"Tu esencia... la quiero"

Demandó, subiendo una rodilla al trono donde tenía a Erik atrapado, arrastrando su rodilla hasta quedar cerca de su mano entre las piernas ajenas.

"Dámela"