Té y galletas

Una enorme... ¡enorme! mesa estaba dispuesta. Eran 6, 7, ¿8 teteras? Y se podía escuchar el silbido de otras tantas.

Galletas, pastel, dulce, dulce, dulce por doquier. Vengan, Alice, vengan... el té está al punto, las galletas recién salidas del horno, el pastel enorme y delicioso. Vengan, habitantes de Wonderland, no se contengan. Se puede oler el aroma de los deliciosos platillos. La Liebre de Marzo los espera.

Vengan, vengan, ¡vengan!

"Hahahaha"

Una de sus largas y peculiares orejas se alzó y abrió sus plumas al reconocer la voz.

“Señor, señor sombrerero. Es hora del té, té verde, té negro, té rojo... té naranja, té violeta, té azul, del color que guste tenemos hoy”

La sonrisa se le amplió y rápido como era hizo una reverencia y se adelantó a velocidad impresionante sólo para abrirle la silla y en un par de vueltas a la mesa, con igual rapidez, un plato bien servido le dejó enfrente.

“Alces, Alices, lindas Alices”

Aplaudió emocionado viendo la nueva sala de la galería, esperaba que el sombrero la llenara de cosas lindas, cosas extrañas, cosas extravagantes. ¡Muchas cosas extravagantes!

“¿Estará para la hora del té? Hay mucho que pude comer, ¿es educado, es travieso, está amaestrado? ¿Es trofeo de caza, conserva la cabeza o está deschavetado?”

"Ojos, ojos, de todos colores, verdes, azules morados, me gustan los ojos, en la cara de las Alice, en la pared, en las tazas de té, ¡en las tartas! ¡Tarta de ojos! Plantaré algunos"

Rezaba mientras servía una taza de té, rebosante de té, con té que escurría y terminaba en el suelo, escurriendo por la mano que sostenía el plato sobre el que estaba la taza.

"¡Hay que invitar al Alice al té!"

Advirtió de pronto para sí mismo, con gesto decidido mientras dejaba la taza frente al sombrerero, y en un parpadeo se encontró sentado a la mesa frente a él, propio y serio de pronto, tomando elegante de su propia taza de té, alzando el meñique también.

Apretó los labios y curvó sus comisuras, en una peculiar sonrisa.

"Pero no todas las Alice vuelven a casa y no todas las Alice se quedan y de esas sólo algunas son parte de nosotros y las demás son parte de los otros. No me gustan las Alice y son mis favoritas, hay que conservar algunas, hay que deshacernos de todas"

"¡Mejor hacerlas chispas! Chispas de Alice en las galletas, de colores para decorar magdalenas. Para llevar a los amigos del señor, señor sombrerero, para acompañarlos con té, para sumergirlos en café"

Sus ojos casi brillaban en excitación. ¡Muchas Alice!

"Más Alice deben venir, que prueben el exquisito bufette, que se llenen como dos bolitas regordetas para hacer helado de ellas"

"Traerlas como abejas a la miel... ¡Miel!"

Se paró en un instante par ir a la cocina y traer una gran bandeja con galletas que cubrió con la miel que mantenían en la mesa para el té.

"Hahaha, mucha miel, mucha, mucha, miel"

Tomó la bandeja y sin miedo la volteo completamente alzándola al aire, viendo como escurría apenas algo de la miel, pero las galletas se mantenían en su sitio, pegadas.

"Muuuucha miel"

"Nada de eso"

Giró un par de veces la bandeja antes de volverla a poner sobre la mesa y tomó una de esas grandes galletas que escurría en deliciosa miel que atrapó en su taza de té, donde después sumergió la galleta para llevársela a la boca.

"Sólo té... aunque moscas molidas le irían bien también. O grillos, los grillos le dan un sabor cantarían"

"O hacerlos cantar mientras son cocinados"

Sabía como hacerlo, así sabría todo mejor, sólo debía encontrar a los bichitos que funcionaran para el trabajo. Ir con las flores, tomar los de todos tamaños, los de divertidos colores, los raros, los feos, los crujientes, los aguados...

"Hagamos sorbetes de gusano para la próxima visita"

Reaccionaba sin problema a los deseos del sombrero, sirviendo el té distraidamente. Si era de lo más natural, igual que partir tarta y entregarla en un bonito plato, ahora rondando la mesa.

Y la palabra mágica que hacía brillar sus ojos.

"¡Gato!"

Reaccionó poniéndose alerta, buscando alguno en las cercanías, olfateando por él.

"Muchos postres de gato, gato acaramelado, gato en brochetas, gato empalado, gato borracho, lenguas de gato, ¡gatos! ¡muchos gatos!"

"¿De oruga o de gusano? Si los gatos arañan, sería mejor usar arañas como frituras a su lado, algunas tarántulas rellenas de huevos de abeja, eso les da una sabor picante. ¡Habrá que acompañarlo todo con batidos! Batidos de mariposa, de polilla y luciérnagas, aunque también me he quedado sin luciérnagas, debería ir a conseguir más ingredientes, a buscar cosas raras y peculiares, quizás alguna Alice..."

Decía igual mente pensativo, imitando el ademán del sombrerero, orejas bajas y cerradas.

"¡Eso haré!" se abrieron y alzaron "¡traeré ingredientes y a un Alice para que los pruebe"

"Pero ninguno tendrá tiempo de correr"

Una sonrisa se dibujo en sus labios mientras imaginaba a las criaturitas tratando de escapar de sus manos, sin tener tiempo ni de parpadear antes de encontrarse en sus garras, en sus frascos, chillando, lloriqueando... ¡Escalofríos! ¡Le encantaba!

"Le concederé un platillo que le gustará, además de orugas, ¡qué otra cosa querrá?"

"Muchos, muchos murciélagos rojos para el señor, mi señor sombrerero"

Se levantó de un brinco y saltando sobre la mesa para hacer una exagerada reverencia.

"¡Pero! hay algo que quiero pedirle"

Avanzó un par de pasos sobre la mesa, evadiendo lo que había en ella sin siquiera tener que mirarlo. Se hincó sobre una de sus rodillas y susurró al oído del sobrerero:

"Quiero un sombrero"

Se puso de nuevo erguido y dio vuelta sobre sus pies para mirar a la pared llena de sombreros. Dio un salto sin titubear y cayó frente a ellos. El rojo le gustaba, el negro con morado también, el de plumas, el de esa especie rara, el que tenía como ojos de rana...

"Quiero uno hecho para mí"

Reclamó al volver la vista al sombrerero.

"Uno a mi medida, no uno cualquiera de la repisa"